Cuestiones sobre la ansiedad, más allá de lo racional

Cuestiones sobre la ansiedad, más allá de lo racional…

Palabras sobre metapsicología

“La ansiedad y la depresión no son signos de debilidad. Son signos de haber tratado de permanecer fuerte durante mucho tiempo…”

La ansiedad se ha transformado en uno de los trastornos mentales más frecuentes de nuestro tiempo, en una sociedad y un entorno con un alto grado de exigencia para el individuo.

Es un estado que resulta muy desgastante para la persona que lo padece y en el que, en muchos casos, arrebata a la persona las riendas de su propia vida.

Entre los síntomas pueden aparecer: Palpitaciones o elevación de la frecuencia cardiaca (taquicardia). Sensación de ahogo, con respiración rápida. Opresión en el pecho. Miedo o pánico. Literalmente, sentirse a morir. Sudoración o escalofríos. Temblores. Náuseas o molestias abdominales. Mareo o incluso desmayo. Sensación de irrealidad. Sensación de entumecimiento u hormigueo…entre otros.

Pero,…por qué aparece, de dónde surge?

Me gustaría comentar brevemente algunas cuestiones subyacentes (metapsicológicas) que están más allá de los síntomas.

Muchas veces el paciente percibe el síntoma como de orden físico, pero en realidad la patología está relacionada con uno o varios conflictos, entre las diferentes instancias psíquicas (conscientes e inconscientes). Estas instancias psíquicas son conocidas como: Ello Yo y Superyó.

Los síntomas son indicadores de que algo no va bien, de que algo no marcha, hay algo que está generando los síntomas, aunque la persona nada sepa de ello.

Para explicar brevemente estas instancias psíquicas, podríamos decir que el Ello es aquella instancia psíquica que contiene nuestras pulsiones (instintos) y deseos más profundos, más primitivos. Su contenido es inconsciente y consiste fundamentalmente en la expresión psíquica de las pulsiones y deseos. Está en conflicto con el Yo y el Superyó. Freud denomina Ello a la más primitiva provincia del aparato anímico

El Yo es la instancia psíquica actuante que aparece como mediadora entre las otras dos, Intenta conciliar las exigencias normativas y punitivas del Superyó así como las demandas de la realidad con los intereses del Ello por satisfacer deseos inconscientes. Es la instancia psíquica que se relaciona con la realidad, lo que conocemos como nuestra parte consciente, digamos algo así como “lo racional”. Pero a la vez el Yo también tiene una parte inconsciente que se relaciona con las otras dos instancias psíquicas (Ello y Superyó), por lo que muchas veces la tarea del Yo no es fácil porque surgen conflictos e incompatibilidades (conscientes e inconscientes) entre las diferentes instancias  psíquicas, para decirlo de alguna manera, lo que deseo vs lo que debo hacer, a lo que tengo que responder.

Cuando hablamos de “debo hacer y ser de determinada manera”; que es lo que está bien? y, que está mal?, nos referimos al Superyó, es la instancia moral, enjuiciadora de la actividad yoica y constituye la internalización de las normas, reglas y prohibiciones parentales y sociales.

Una vez un alumno me dio un ejemplo muy gráfico: – “Es como estar dividido, como en los dibujos animados que está el yo entre el diablito y el angelito…”

-…si exacto, esta sensación de división psíquica que tenemos los seres humanos, muchas veces representada de esa forma, y que cuando esa tensión es máxima, enfermamos.

La ansiedad, surge como resultado de todo ese choque de fuerzas. Un conflicto entre las diferentes instancias psíquicas que nos aboca a situaciones que pueden generar diferente sintomatología.

Entre los diferentes tipos de ansiedad tomaré 3 para ejemplificar como se ponen en juego las diferentes instancias psíquicas.

Muchas veces, estos tres tipos de ansiedad se combinan entre sí.

La ansiedad realista

Esta surge como reacción a un hecho concreto, objetivo y ante todo real. Hay miedos que pueden aparecer en nosotros en un momento dado por un fin muy concreto: para animarnos a huir de lo que hace daño, de lo que atenta a nuestra integridad, a nuestra supervivencia, o , para enfrentar esa realidad i  generar cambios.

La ansiedad neurótica

La ansiedad neurótica o secundaria surge a partir de la anticipación de hechos o circunstancias. Reaccionamos ante hechos, pensamientos e ideas que solo tienen realidad en nuestra mente pero no fuera de ella, no en nuestro entorno. Así, ante ese miedo surgido en nuestra psique, desplegamos toda una serie de procesos defensivos: nerviosismo, necesidad de huida, descontrol, miedos, rabia…etc.

Podríamos pensar que el origen de este tipo de ansiedad está en nuestro Ello. En nuestros deseos frustrados, en nuestras pulsiones reprimidas pero ansiosas de ser satisfechas en una realidad siempre limitante y culpogena . En medio de todo esto también están nuestros miedos, esos que nos acompañan desde nuestra infancia en forma de traumas no elaborados. El cóctel está servido, estados mentales en conflicto que nos quitarían la oportunidad de ser felices, de permitir que nuestro «yo» se muestre de forma libre y auténtica.

La ansiedad moral

Puede que, entre los tres tipos de ansiedad, la que más extrañeza nos suscite es aquella que hace referencia a la moralidad. Sin embargo, para entenderla vamos a relatar algunos ejemplos. Pensemos en el hijo que, en un momento dado, piensa que ha defraudado a sus padres al no convertirse en aquello que estos querían. Pensemos también en el empleado que no se siente capaz de alcanzar los objetivos de la empresa.

Esa angustia, esa ansiedad está más vinculada al  influjo del Superyó (lo ideal que debería ser) Es ese mundo social interno que todos tenemos donde se articulan nuestros «debería», nuestros «mandatos inconscientes» y ese miedo o vergüenza al fracaso o incluso al castigo en cualquiera de sus formas (desprestigio, desamor, despidos, soledad…entre otros).

Cada persona es única e irrepetible, con instancias psíquicas igualmente únicas, gestadas a lo largo de la historia de cada individuo con sus avatares y circunstancias particulares.

Hablar de ansiedad no es solamente hablar de síntomas, sino también de una crisis interna, de momentos en los que el sujeto se ve superado por una realidad a la que no puede dar respuesta, donde la mente toma senderos que no se entiende…y donde el sujeto es hablado por sus síntomas.

Síntomas que hay que descifrar, hay que escuchar que nos dicen,  para poder resolver esos conflictos internos, tener una visión más amplia de las situaciones, relajar la tensión que generan y que permitan a la persona, en un proceso terapéutico, encontrar la calma y el equilibrio.

En definitiva un proceso que le permita al sujeto reencontrarse con su ser, con su verdadero deseo.

 

Oscar Lakiszyk

Lic. en Psicología & Psicoanalista