El sistema nervioso en terapia

-María José Ribadeneira-

Durante mucho tiempo el espacio terapéutico se consideraba un lugar donde lo más importante era la palabra. Las sesiones consistían en el encuentro entre una persona (paciente o cliente) quien explicaba su historia, padecimiento o inquietud y otra (terapeuta) escuchaba, indagaba y respondía. Esto continúa siendo vigente a día de hoy pero cada vez son mayores los enfoques que tienen en cuenta al cuerpo desde diferentes aspectos. Incluir al sistema nervioso es una de estas posibilidades. De esta forma, se ayuda a la persona a conocer su funcionamiento más básico y regularlo.

¿Cómo funciona el Sistema Nervioso?

Nuestro Sistema Nervioso Autónomo (SNA) está diseñado para garantizar nuestra supervivencia. Por lo tanto, su principal función es detectar señales de peligro para activar nuestros mecanismos de defensa.

Siguiendo la Teoría Polivagal de Stephen Porges se considera que el primer mecanismo que compartimos todos los mamíferos es el de la conexión social. Así pues, frente a la percepción de un peligro el primer mecanismo es buscar ayuda, conectar con otros.

El encontrar la conexión nos permite volver a la calma, regularnos, sentirnos seguros y competentes para resolver los problemas que se nos presentan.

Pero, si esta vía no está disponible o hemos aprendido a desconfiar de ella, el sistema nervioso acude a su segunda opción: la movilización. Aquí se encuentran las respuestas de huida o lucha. Para esto, la rama simpática de nuestro sistema nervioso nos prepara intensificando el flujo sanguíneo, acelerando la respiración, agudizando los sentidos y segregando sustancias como la adrenalina y el cortisol. En este estado nuestro SNA utiliza los recursos necesarios para protegernos mediante la movilización “hacer algo”.

Si las señales de peligro persisten, y no es posible la huida o la lucha, se activa un tercer estado del SNA: la inmovilización. En este estado, la rama parasimpática se encarga de reducir el ritmo cardíaco y la respiración y genera sensaciones de colapso, adormecimiento y disociación. La sensación es de desesperanza y desesperación y de abandono. “Que pase rápido. Que se acabe ya”

En resumen, existen tres posibles estados de nuestro SNA:

  • Ventral vagal: nuestro sistema de seguridad y conexión.
    • Cuando estamos en Ventral vagal nos sentimos en calma y bienestar
    • Percibimos el mundo como un lugar seguro e interesante.
  • Simpático: nuestro sistema de movilización
    • Nos preparamos para huir o luchar. Sentimos rabia, miedo, agitación o ansiedad.
    • Percibimos el mundo como un lugar hostil y por lo tanto nos tenemos que proteger.
  • Vagal dorsal: nuestro sistema de inmovilización
    • Nos congelamos y “desaparecemos”ante el peligro
    • Percibimos un peligro extremo ante el cual no tenemos la capacidad de afrontar. “Muertos de miedo”
    • Nos desconectamos, anestesiamos

¿Por qué es importante tener en cuenta al sistema nervioso en terapia?

Para poder llevar a cabo un proceso terapéutico eficaz es necesario que nos sintamos seguros. Esto pasa por sentirnos conectados con la terapeuta, pero también por recibir señales de seguridad del espacio en el que nos encontramos. Para poder garantizar esto primero tenemos que recordar dos conceptos cruciales: el efecto de nuestro estado en nosotros y la neurocepción. A continuación, los entenderemos mejor:

Para empezar, es básico tener en cuenta que el estado en el que nos encontremos afectará nuestros pensamientos, emociones, sensación corporal (respiración, temperatura, ritmo cardíaco) y percepción del mundo. Es decir, que mi percepción de mí mismo y del mundo que me rodea está condicionado por el estado en el que se encuentre mi SNA. Por ejemplo, cuando estamos en calma podemos reaccionar ante un fuerte ruido, pero volver rápidamente a la calma: “No hay peligro”. En cambio, si estamos en alerta y oímos el mismo ruido nuestra atención irá hacia allí y nos sentiremos más agitados o inclusive en peligro: “No puedo bajar la guardia”.

En segundo lugar, la neurocepción es la capacidad de nuestro SNA de percibir el mundo (sobre todo las señales de peligro). Es decir, que antes de que nosotros podamos poner significado a una señal, nuestro SNA ya está decidiendo si es un potencial peligro o no. Esto se debe a que como comentaba la principal función del SNA es la supervivencia así que si se puede “ahorrar” unos canales antes de responder lo hará. La inteligencia de nuestro SNA siempre sigue esta línea: sobrevivir. Así que estaneurocepción es la que regirá el estado en el que nos hallemos. Por lo tanto, nos podemos encontrar en situaciones de seguridad, pero sentirnos en peligro porque hemos captado alguna señal de la cual no somos conscientes. Este es un punto decisivo para el proceso terapéutico: poder identificar cuáles son estas señales de peligro y poder construir con la terapeuta un espacio seguro.

Los estudios de neurociencia continúan aportando cada vez más evidencia de cómo funciona nuestro sistema nervioso y el papel que juega en el proceso de cura. La teoría polivagal nos aporta un conocimiento sobre cómo reacciona nuestro sistema nervioso autónomo ante las señales de peligro y seguridad. En terapia, el objetivo principal es recordarle a nuestro SN que puede ser flexible. Por lo tanto, exploraremos los diferentes estados para recordar el camino de vuelta a la conexión. Lo que más nos genera malestar es sentirnos atrapados o estancados en un estado. Es decir, si no puedo relajarme o calmarme en situaciones donde no hay peligro real o por el contrario no puedo responder con energía antes situaciones de peligro es porque me he quedado “estancada” en un estado u otro.

Propuesta de breve ejercicio

Después de haber leído esta información te propongo que te tomes un momento para cerrar tus ojos y observar en qué estado te encuentras ahora mismo. ¿Cómo está tu respiración? ¿Cómo sientes tus pulsaciones? Simplemente observa las sensaciones corporales: ¿hay tensión?; ¿cómo está la temperatura de tu cuerpo?; ¿te es difícil llevar la mirada dentro porque tu exterior tiene toda tu atención? Permítete estar con tu respiración durante unos minutos y observa si algo cambia en tu interior. ¿La inhalación se hace más profunda? O, por el contrario, ¿se acelera la respiración?

Ten presente que la respiración lenta y profunda te permitirá activar la rama parasimpática mientras que si la respiración es más rápida y superficial incrementará la actividad simpática. Dependiendo del estado en el que estés y las circunstancias en las que te encuentres podrás necesitar ejercitar una u otra. Mientras más conozcas tu SNA y cómo pasar de un estado a otro, mayor sensación de regulación podrás tener.

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