Mirar atrás para continuar hacia delante
Hay mucha gente que erróneamente piensa que mirar atrás impide seguir avanzando. Esto se debe a que se confunde el mirar atrás con quedarse allí atrapado. Desafortunadamente, el problema real está en que muchas veces el esfuerzo que hacemos para no mirar atrás no nos permite ver cómo nos está afectando inconscientemente en el presente.
¿Por qué sirve mirar nuestra historia?
Nuestra historia nos marca y nos construye.
Todo lo que vivimos se queda gravado en nosotros de dos formas:
- Explícita: la que podemos explicar con palabras y recordamos con facilidad. Es lo que se conoce como memoria episódica y autobiográfica.
- Implícita: parece quedar más oculta porque es inconsciente y se queda gravada en el cuerpo manifestándose a través de sensaciones fisiológicas que muchas veces no sabemos entender. La memoria implícita también está relacionada con emociones, percepciones, acciones corporales y modelos mentales.
Por ejemplo, imaginemos que un perro nos muerde. La memoria explícita sería el relato de lo sucedido (dónde estábamos, qué día era, con quién estábamos) pero la memoria implícita incluiría lo siguiente:
- Percepción: reconocer un perro cuando lo vemos atrás a la distancia, oír ladridos aunque no estén presentes
- Emoción: miedo
- Sensación corporal: dolor en el cuerpo¡
- Acción: correr o tensarnos
- Modelo mental: los perros son peligrosos
Siguiendo este ejemplo, si nosotros no recordásemos explícitamente que un perro nos mordió (ya sea porque éramos muy pequeños o por otros mecanismos de defensa) no entenderíamos nuestra reacción ante el encuentro con un simple cachorro. Sin consciencia estamos a la merced de nuestras respuestas automáticas.
¿De qué sirve mirar el pasado?
- Sanar heridas
- Transformar conclusiones a las que llegamos en ciertos momentos
- Entender algunas de nuestras conductas o estados emocionales actuales
- Mejorar nuestras relaciones
- Responder desde el “mirar atrás aquí y ahora” y de forma consciente
Está claro que no podemos volver al pasado mirar atrás y cambiar aquello que nos lastimó o no tuvimos cuando lo necesitamos. Pero sí que podemos darle un lugar a nuestra historia a ser contada y transformada. Mirar atrás no es quedarse en el pasado es contextualizar y saber que aquello “ya terminó” y no necesito seguir reaccionando.